Exquisito embrujo tu piel y la mía cautivas,
en el continente de nuestro lecho.
Somos como madreselvas aromadas,
tan ceñido el abrazo que nos une.
Es un agasajo de aguamiel tu boca,
que osada yo recojo con mis labios agitados.
Danzan mis manos al asir tus dedos,
en busca del ímpetu para seguir amando.
La luna es testigo silenciosa y asombrada
del amor que nos estremece en lo profundo,
elevándonos entre nubes de sabanas
hasta el infinito del goce más completo.
Y es tu pecho el cobijo a mis temores,
cuando agotada me rindo en el combate,
y me pierdo en tus ojos húmedos
para encontrarme definitivamente.
en el continente de nuestro lecho.
Somos como madreselvas aromadas,
tan ceñido el abrazo que nos une.
Es un agasajo de aguamiel tu boca,
que osada yo recojo con mis labios agitados.
Danzan mis manos al asir tus dedos,
en busca del ímpetu para seguir amando.
La luna es testigo silenciosa y asombrada
del amor que nos estremece en lo profundo,
elevándonos entre nubes de sabanas
hasta el infinito del goce más completo.
Y es tu pecho el cobijo a mis temores,
cuando agotada me rindo en el combate,
y me pierdo en tus ojos húmedos
para encontrarme definitivamente.
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