Tus ásperos besos recorren mi cuerpo,
amargo maná que te alimenta.
Mientras tus manos se apuran en caricias,
febriles gestos que mi piel lastiman.
Me imploras confiese que te amo,
que lo que me provocas no lo sentí con otro.
Y yo con la mirada perdida e indiferente,
te engaño, pues la tarifa abonada lo permite.
Distante me mantengo de todos,
he dejado adormecer mis sentimientos.
Tú tomas de mi lo que precisas,
yo no lamento todo lo que brindo.
Un viejo hotel fue el mágico castillo,
donde ambos cumplimos lo pactado.
Fui para ti la amante que buscabas,
y tú el príncipe azul que yo esperaba.
Cuando por fin te alejaste satisfecho,
eche un vistazo a los billetes que dejabas.
No hubo una sola lágrima vertida,
por una tarea tan bien ejecutada.
Pareciera que te hubieras adentrado en el pensamiento de una mujer o niña que debe vender su cuerpo por diferentes situaciones, seguro no queridas. Tenés ésa capacidad de vertir en poemas situaciones de nuestra sociedad.
ResponderEliminarMoni, no me queda más que felicitarte
Lei y por mi mente pasaron las imágenes que la tristeza de esa pobre mujer me generaron...
ResponderEliminarY cuando uno ve y siente, es que esta letras te llegaron al alma.