Te vi venir gambeteando las nubes,
maravilloso príncipe mío.
Mi cuerpo se matizo del
color de la esperanza
imaginando las caricias
nacidas de tus dedos.
Mis labios ardieron entre llamas
inquietas,
y fueron en busca de los
tuyos,
para estallar juntos en ese volcán
de pasión,
que me liberaría del frío de
tu ausencia.
Te vi venir, amor mío, atravesando
los límites,
de la desmesura de mi
congoja.
Y en la fragilidad de los sueños
fui capaz
de refugiarme en la gloria
de tu pecho.
Te vi venir, amor mío…
Y al despertar en la mañana
descubrí en la humedad de mi
almohada
que te extraño mucho todavía..
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