Y después de las caricias ardientes de tus besos
que delineaban con ardor mis formas,
me hirieron los temibles vendavales de lágrimas,
arrasando uno a uno con mis frágiles sueños.
Fui junto a ti infinita y fuerte en mi ternura,
pero la soledad me ha vuelto una sombra.
Recorro las calles de esta ciudad indiferente,
en busca de la luz de tu oscura mirada.
El amor solo me legó sus heridas,
los hermosos tiempos de vinos y rosas,
se los llevaron tus manos al trazar sin saberlo,
la dolorosa señal del adiós esa mañana..
Y ahora alerta espero detrás de las ventanas
de nuestra tenebrosa y silenciosa casa,
que regreses como antes en mi búsqueda,
y acallar así a quienes me gritan...¡loca!
Es que ellos no entienden mis susurros,
y mi andar descuidado entre el gentío.
No se dan cuenta que en mis volados ojos,
oculto tu última mirada mientras decías,
que nunca debía dejar de esperarte.
