Para Santiago
Es tiempo de reposar, mi buen niño,
después de tan feroz cruzada.
En mi corazón te hice un pequeño nido,
para que te cobijes en él sin miedo.
Te meceré con añejas canciones,
las que te calmaban en noche de tormentas.
Y probarás el dulce maná del paraíso,
mi Angelito de alas nuevas.
Se aquietaron dolores y llantos,
te iluminas entre nubes de algodones.
Desde el cielo velaras los sueños
de aquellos que en la tierra nos quedamos.
Las caricias que no puedo darte,
serán sonrisas que otorgaré como flores.
Y mis besos que nacieron para agasajarte,
por las noches los lanzaré al universo.
Duerme, mi niño adorado, duerme apacible,
aquí esta tu madre protegiendo tu sueño.
Seré yo quien resguarde tu dulce memoria,
hasta que volvamos a vernos.
dolorosa realidad en versos llenos de ternura, de tan conmovedor llegará al cielo como una plegaria
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