La sepia salpica las hojas
que danzan
junto al viento que apacible
las ciñe.
Sumergida en la rutina cotidiana
transito los senderos ataviada
de suspiros.
Los árboles canturrean al despedir
las rosas,
que con un último gesto otorgan
su aroma.
Soy una sombra más entre las
sombras,
añoro los matices que el
amor me daba.
El frío de tu ausencia me
estremece,
duermen en mi boca los besos
no cedidos.
En mis ojos descansa tu
última mirada,
aquella que me manifestó
feliz y enamorada.
Los rayos del sol agasajan los
techos,
de la ciudad que comienza a
dormirse.
Silenciosa recorro los
senderos,
invisible a los que a mi
lado pasan.
El otoño está llegando con
su nostalgia,
y para mis horas presagio la
tristeza,
Sé que no regresarás en
primavera
cuando los primeros capullos
renazcan.